El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis del amor de Aniceta, fue infeliz. Pasó tres meses de amarguras graves, y, tras lento sufrir, se curó con copaiba y con las cápsulas de Sándalo Midy.
Enamorado luego de la histérica Luisa, rubia sentimental, se enflaqueció, se fue poniendo tísico y al año y medio o más se curó con bromuro y con las cápsulas de éter de Clertán.
Luego, desencantado de la vida, filósofo sutil, a Leopardi leyó, y a Schopenhauer y en un rato de spleen, se curó para siempre con las cápsulas de plomo de un fusil. José Asunción Silva (1908)
El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis del amor de Aniceta, fue infeliz. Pasó tres meses de amarguras graves, y, tras lento sufrir, se curó con copaiba y con las cápsulas de Sándalo Midy.
Enamorado luego de la histérica Luisa, rubia sentimental, se enflaqueció, se fue poniendo tísico y al año y medio o más se curó con bromuro y con las cápsulas de éter de Clertán.
Luego, desencantado de la vida, filósofo sutil, a Leopardi leyó, y a Schopenhauer y en un rato de spleen, se curó para siempre con las cápsulas de plomo de un fusil. -José Asunción Silva (1908)
6 comentarios:
Enhorabuena por el blog. Es muy interesante y divertido. Lo he encontrado por casualidad y no he podido pararme a leer los post.
Un saludo
Es como ver bien claro algo que venías suponiendo hace rato. Un abrazo
Gracias por vuestros comentarios, salu2
Pero es mejor morir soñando a morir en vida laaa soledad es un largo camino las dos cosas por los ambos lados mueres
CÁPSULAS
El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves,
y, tras lento sufrir,
se curó con copaiba y con las cápsulas
de Sándalo Midy.
Enamorado luego de la histérica Luisa,
rubia sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico
y al año y medio o más
se curó con bromuro y con las cápsulas
de éter de Clertán.
Luego, desencantado de la vida,
filósofo sutil,
a Leopardi leyó, y a Schopenhauer
y en un rato de spleen,
se curó para siempre con las cápsulas
de plomo de un fusil.
José Asunción Silva (1908)
CÁPSULAS
El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves,
y, tras lento sufrir,
se curó con copaiba y con las cápsulas
de Sándalo Midy.
Enamorado luego de la histérica Luisa,
rubia sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico
y al año y medio o más
se curó con bromuro y con las cápsulas
de éter de Clertán.
Luego, desencantado de la vida,
filósofo sutil,
a Leopardi leyó, y a Schopenhauer
y en un rato de spleen,
se curó para siempre con las cápsulas
de plomo de un fusil.
-José Asunción Silva (1908)
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